“El día tienes tres tesoros: El Sol, la Luna y las Estrellas
La Tierra tiene tres tesoros: el Agua, el Fuego y el Viento.
La persona tiene tres tesoros: la Esencia, la Energía y el Espíritu”
(antiguo refrán chino)
Tanto el ser humano como cualquiera de las actividades que desempeña puede ser contemplado desde una perspectiva tripartita. Cada acción viene gobernada por una idea que conlleva una emoción, que se manifiesta a través de la respiración, y que está condicionada por el cuerpo físico.
Esta concepción tridimensional de cualquier acto humano puede percibirse con absoluta claridad a través de la práctica del Qi Gong, disciplina psicofísica perteneciente a las artes de curación de la Medicina Tradicional China, que persigue la regulación de la mente, la respiración y el cuerpo.
La ejecución de un instrumento como el clarinete también puede ser contemplado como una actividad en donde concurren tres áreas interdependientes:
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- La idea musical que se relaciona con la comprensión del texto musical y que determina lo que queremos llevar a cabo mediante nuestro sonido a lo largo de una obra musical; en definitiva, toda una estrategia sonora que se desenvuelve a lo largo de los diferentes niveles estructurales de dicha obra (frases, secciones y movimientos).
- El movimiento del sonido que depende directamente del movimiento del aire y que encarna la emoción que subyace a la idea musical.
- El cuerpo físico que permite que los dos niveles anteriores se puedan llevar a cabo y que integra toda la técnica del instrumentista más la óptima calidad del instrumento con el que se interpreta.
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Esta clasificación es una herramienta de gran valor en la enseñanza del clarinete ya que ayuda al profesor a distinguir cuál es el área donde el alumno muestra mayor necesidad de refuerzo. Así, la pedagogía se encamina a un verdadero desarrollo de la autonomía del alumno para que, una vez concluidos sus estudios superiores, tenga las herramientas para seguir creciendo como clarinetista.
